miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las extraño largamente

Hay ocasiones en que las horas se pasan volando. Todo va rápido, tan rápido que en un pestañeo pasa del día a la noche, de lunes a viernes, es un segundo, pero todo pasa rápido. Y por qué carajo no pasa eso conmigo. En este momento mis días duran meses, una hora es un día y estoy cansado de esperar el pasar de los días, los más lentos de mi vida. Esta semana ha sido una eternidad, por Dios y por la plata que sí. Extraño mucho a mi hija, mi linda María Fernanda. Extraño mucho a mi Anjhelita.
Carajo no sé qué hacer para que el tiempo corra y estén pronto conmigo. Este mes será una década, si no es más. Si esto sigue así moriré pronto. No me basta escucharlas por el teléfono y ver sus fotos me alegra un instante que sí pasa rápido, maldita sea el tiempo que en ese momento si vuela. Te odio tiempo cuando eres así. El llanto dura más y la risa, bueno, ya no he vuelto a reír los últimos días.
Para que el tiempo de mierda pase rápido, duermo. Y me gusta dormir, porque en sueños me encuentro con ellas.



martes, 7 de julio de 2009

Orgullosamente Papá!

Cuando la vi, no podía creer que esa cosita tan linda era mi hija. Que feliz fui al verte hoy mi hija hermosa... no podía creer, que yo, un ser tan imperfecto... haya podido hacer algo tan bello. María Fernanda, me haces muy feliz, estoy orgulloso de que seas mi hija, mi bebita, mi amor. El tenerte en mis brazos fue una sensación maravillosa que jamás olvidaré. Ahora eres mi vida.
Hoy me salieron lágrimas. No son de temor, son de emoción, de alegría... de amor. TE AMO ANJHEL, TE AMO MARIA FERNANDA. LAS AMO y las espero en casa.



domingo, 5 de julio de 2009

Papá

La verdad no sé cómo controlar la alegría en mi ser. Hoy 5 de julio de 2009, nació mi princesa María Fernanda, y estoy feliz. Anjhelita, felicitaciones y gracias.
Te preguntas qué se siente... pues no sé cómo describir esta gran emoción, mi corazón late a mil por horas y eso que aún no veo a mi bebé.
Estoy super feliz. Bienvenida María Fernanda. Te amo.

miércoles, 1 de julio de 2009

¡Me hacen falta!

Estoy cansado de dar vueltas en casa, de salir a la calle, de subir a la azotea... No tengo sueño, hay personas en casa, pero me siento solo. Hoy dos seres que amo están fuera de casa y no aguanto estar acá sin ellas. Los segundos se han vuelto horas. Quiero que amanezca para verlas, quiero estar a su lado para protegerlas, espero que estén bien. Las amo y no puedo estar sin ellas.
Sí pues, qué les importa lo que escribo, igual a mi, no me importa si lo leen, si les gusta o no, pero esto, me hace estar más tranquilo.
Hoy me di cuenta que las amo más de lo que pensé. Ha pasado una hora desde que las dejé en la maternidad. Anjhel y María Fernanda, Las Extraño.

sábado, 28 de marzo de 2009

Lloran las llantas

Nunca creí en los accidentes, a mí nunca me pasarán. Y se ve de todo. Trabajando, si eres un cambista, viene un ladrón y te da seis disparos de su arma, te roba tu vida y la de tu familia. Ah, también el dinero. Eres un periodista, amante de tu carrera, un buen investigador. Descubres malos manejos en un organismo del estado y pones a los corruptos entre la espada y la pared, pero ellos ante eso te ametrallan. Te silencian. En la vida rutinaria, vas caminando con tu enamorada o con tus amigos por una avenida, conversando de los más tranquilo y un sonido los alerta para sentir lentamente como un auto los va arrollando. transportándote a la eternidad.

Bueno muchachos me voy a casa. No, no puedo. Me están esperando allá. Está bien, pero es el último. ¡Salud! Claro mañana nos vemos a las cinco.

Esa tarde los carros a los que me subía normalmente estaban llenos. Espere un buen rato y todos pasaban llenos. Hasta que uno apareció, sí, ese es el carro de los noticieros. Estaba vacío, yo cansado y me subí.

Cielos, sí que corre, llegaré temprano. Yo creía que el conductor era un maestro del transporte público por la manera de correr, la forma de evadir los carros y las tantas veces que le ganó a los semáforos y a los otros carros de su compañía. La adrenalina se apoderó de mi cuerpo. Fue la experiencia más extrema que tuve en mi corta vida y que cada vez me iba asustando. La sonrisa se borró de mi rostro, el pánico dominó mi cuerpo, quería salir de ahí. Cerré los ojos para imaginar que estaba soñando, que era una pesadilla y ya me tenía que despertar, y así lo hice. El sonido de las llantas chillando en las pistas me hizo despertar para poder ver a un Ángel. El mundo se detuvo en ese momento, nos miramos fijamente, sólo estábamos los dos. Hasta que ya no pude aguantar, los ojos me ardieron, las lágrimas llenaron mis ojos, la resistencia se iba debilitando hasta que no pude aguantar la escena. Todo estalló. Vi a la muerte acercándose con su tenebrosa y fatal sonrisa. Eso fue todo.

Sí que huelen bien estas flores, en el noticiero escuché que eran sus favoritas.

Un niño iba feliz a su jardín, quería jugar nuevamente con sus amiguitos, riendo alegremente. El chillido de las llantas alerta a todos en la calle. Una mala maniobra le quitó la vida a un niño. Un angelito que nació.

jueves, 26 de marzo de 2009

Ustedes son

Hoy me dio una patada y me hizo feliz. Estoy seguro que me la dio con toda su fuerza. Me llenó de emoción, es algo inexpresable y para que tú sientas lo mismo la tienes que recibir, y la vas a recibir, posiblemente no ahora, pero sí más adelante.

La calle me hace renegar, veo tanta basura, tanta mierda, tando desorden… tanto de tanto que me vuelve un sujeto rudo, sin sentimientos y con ganas de joder también. Llego a casa como una fiera, transformado en el sujeto más despreciable que hay, no te cruzes en mi camino carajo que te voy a joder. Pero veo unos sublimes ojos que van dañando al vil personaje que ahora soy, y en cada pestañeo que dan botan una hermosa canción que mata al ogro que dentro de mi está ¡Hola mi amor! Y en el paraíso estoy.

Gracias a ti estoy calmado, te veo, los veo y quedo encantado. El fin supremo ya lo encontre. Beso tu vientre y hoy…

domingo, 25 de enero de 2009

No puedo más

Carajo, ¿y ahora qué hago? ¿decírselo a mis padre? No, estás loca, eso no. Ya vuelvo. ¿A dónde voy? Un rato a la calle, quiero caminar. No, quiero ir solo, déjame solo.
Dios, y ahora qué hago.
¡Taxi! Buenas noches, a Larcomar por favor. Seis soles. Okey, vamos. Carajo, tengo miedo. Señor, suba el volumen, me agrada esa canción, gracias. Ayer era un niño, que chévere, jugar con mis carros, mis soldados, chapadas, pichangas pisteras… hey, bajo acá. Cóbrese.
Dónde era, ya recuerdo, a correr, a terminar con esto. Sí, acá es, este es el lugar. Qué hermosa vista, qué inmenso el mar, y qué dura caída será. Es hora de llamar. ¿Aló? Lo… lo… lo siento. ¿Dónde estás? En lugar alto. Perdón. No puedo más. VOY A TERMINAR CON TODOOO. ¿Aló? ¡Contesta! ¿Qué haces? No, no… no nos dejes solos.

Amor, ¿supiste lo que pasó con Valentino? Se suicidó. El temor lo atrapó. Felizmente que a nosotros nos salió todo bien. Descansa, cobarde, pero amigo.

domingo, 11 de enero de 2009

Nueve minutos al día, sin una caricia.

Ahhh… otro día más –dijo un perro después de un largo bostezo–
Se estira en el pequeño espacio donde vive hace más de siete años, da dos vueltas a su morada, y se va a mear en un rincón, sin privacidad ya que es observado por unas palomas, lamentando que aun no le hayan servido el desayuno al canino. Sigan esperando nomás amigas palomas, que eso demorará un buen rato, o más bien, unos días.

Se oye la puerta, alguien viene al patio, ¡sí, es mi amo! –Ladró mientras movía la cola– él le tira un pan seco, saca su lujoso auto, que con mucho ahorrar adquirió, y se va a trabajar. La alegría duró tres minutos, el perro se sienta, se echa, se para, da una vuelta, se sienta nuevamente y se vuelca para esperar ser acariciado la próxima vez que vea a sus amos.

El sol está duro hoy, que calor infernal. La puerta sonó. Se oyen pasos, es la mujer de la casa, le tira sus galletas, le sirve agua, abre la puerta de la calle, y lo dejan solo nuevamente en su prisión. Nuevamente tres minutos con alguien, y sin ser acariciado.

Hoy el perro dio veinte vuelvas a su espacio, treinta menos que hace seis años, sólo tiene siete años y ya está cansado, parece un perro de diez años.

No puede ver nada más que una pared blanca, y la puerta, y alguas palomas que descansan a su vista.

La noche cayó hace una hora, ve una luz que entra a su oscuridad por debajo de la puerta e ilumina las rejas de su mazmorra. Se abre la puerta, son los amos, llegaron juntos. Ladró para saludarlos, emocionado de verlos nuevamente. Pero no respondieron el saludo, guardaron el auto, se limitaron a besarse y luego entrar en la casa, dejándolo nuevamente solo, en la penumbra, entre sus frías rejas, nuevamente tres minutos y sin una calida caricia.